Ya en mayo de 1901, en Boston, se creo un programa especial de vacunación, para luchar contra una epidemia de Viruela. Dicha epidemia causó en dos años 1.596 casos de los cuales 270 acabaron con la muerte de los afectados. A finales de 1901 se había vacunado ya a 400.000 personas. Se había creado, incluso, una brigada especial, dedicada, específicamente a vacunar a las personas con menores recursos económicos. Ya entonces, un resportero acompaño a estas brigadas y denunció el maltrato que recibían los vagaundos al ser forzados a recibir la vacunación.
Aquí comenzaron los grupos antivacunas, que todavía siguen reducciendo la inmunidad del rebaño, como sucedió recientemente en Granada, con 90 afectados y 25 hospitalizaciones por Sarampión, una enfermedad perfectamente controlada mediante el programa de vacunación estandar.
Pero fué en 1988 cuando un estudio relacionó las vacunas con el autismo, e hizo saltar todas las alarmas. En dicho estudio el doctor Andrew Wakefield, aseguró que nueve de los 12 niños que analizó en su trabajo presentaban autismo después de haber sido vacunados. Pero la realidad fue otra muy diferente.
La realidad se empeña en imponerse, y la revista 'British Medical Journal' confirmó que este estudio se trataba de, llana y simplemente, un fraude. Este nuevo examen del caso demostró que Andrew Wakefield alteró los datos sobre el historial de los pacientes "con el objetivo de apoyar su teoría de que había identificado un nuevo síndrome". De hecho, los documentos indican que, pese a que Wakefield aseguró que nueve de los 12 niños analizados en su trabajo presentaban autismo después de haber sido vacunados, la realidad es que sólo a uno se le confirmó un autismo regresivo. Además, al contrario de lo afirmado por Wakefield, lejos de estar sanos, a cinco de los pequeños se les había detectado previamente algún tipo deproblemas en el desarrollo. En un editorial que acompaña al trabajo en la revista médica, la editora de la publicación, Fiona Godlee califica al estudio de Wakefield como "un fraude elaborado".
La mayor parte de las argumentaciones que los antivacunas utilizan en contra de estas, las podemos encontrar en esta entrada del blog médico "Per Ardua Ad Astra". Y hay que dejar claro desde el pincípio, que la mayor parte de estas argumentaciones, si no todas, son rebatibles con conocimientos básicos adquiridos en la educación primaria.
Pero la pregunta que me hago es: ¿En que momento estas personas han perdido este conocimiento básico?¿porque hacen aseveraciones tan graves sin ningún tipo de fundamento?. Quizá nuestro sistema educativo funcione peor de lo que creíamos.