Lateral Think's
 
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Poca gente sabe que el cristianismo fué, durante un par de siglos, sólo un conjunto de tradiciones e historias orales recogidas en, se calcula, más de medio centenar de evangelios. Por entonces, cosas que hoy damos por echas, como es la divinidad de Jesús de Nazaret o la virginidad de María, no estaban del todo claras y eran apasionadamente debatidas.

Pero todo esto acabó un buen 20 de Mayo del año 325 d.c. en una ciudad situada en la costa oeste de Turquía, llamada Nicea (actualmente Iznik). Dicho día se convocó un concilio, ordenado por Constantino I el Grande y el obispo San Osio de Córdoba.

Pero ¿Cual fué el objetivo de dicha convocatoria?.  Constantino I acababa de imponer su dominio sobre la totalidad del Imperio Romano y siguiendo la recomendación de un sínodo dirigido por Osio de Córdoba en ese mismo año, decidió convocar el concilio.  El propósito de este concilio debía ser establecer la paz religiosa y construir la unidad de la Iglesia cristiana.

La Controversia Arriana

El principal motivo de división entre los cristianos de aquella época, lo constituía la controversia Arriana. Según Arrio, Jesús fue creado por Dios como el primer acto de la Creación, que Jesús fue la coronación gloriosa de toda la creación. Entonces, el arrianismo, es la opinión de que Jesús fue un ser creado con atributos divinos, pero no divino en y por Sí mismo. 

"Dios no siempre fue Padre" sino que "hubo un tiempo en que Dios estaba solo y aún no era Padre, pero después se convirtió en Padre." "El Hijo no existió siempre;" pues, así como todas las cosas se hicieron de la nada, y todas las criaturas y obras existentes fueron hechas, también la Palabra de Dios misma fue "hecha de la nada" y "hubo un tiempo en que no existió" y "Él no existió antes de su origen", sino que Él y otros "tuvo un origen de creación". Pues Dios, dice, "estaba solo, y la Palabra aún no era, ni tampoco la Sabiduría. Entonces, al desear darnos forma, Él hizo a cierto ser y lo llamó Palabra, Sabiduría e Hijo, para que pudiera darnos forma por medio de Él."
Atanasio de Alejandría, Primer discurso contra los arrianos.

Sin embargo Constantino I era muy crítico con esta teoría. La Enciclopedia Británica relata: “Constantino mismo presidió y dirigió activamente las discusiones y personalmente propuso [...] la fórmula decisiva que expresaba la relación de Cristo con Dios en el credo que el concilio emitió, que es ‘consustancial con el Padre’ [...] Impresionados por el emperador, los obispos —con solo dos excepciones— firmaron el credo, aunque muchos de ellos no estaban muy inclinados a hacerlo”.
“Básicamente, Constantino no entendía nada de las preguntas que se hacían en teología griega”, dice A Short History of Christian Doctrine (Breve historia de la doctrina cristiana). Lo que sí entendía era que aquella división religiosa era una amenaza para su imperio, y él quería fortalecer su dominio.


Dado esto, la idea de Arriano fué deshechada, y se aclaró que Jesús de Nazaret era consustancial con el padre, dando lugar a la teoría de la santísima trinidad.  Sin embargo, ni siquiera después del Concilio de Constantinopla llegó la Trinidad a ser un credo extensamente aceptado. Algunos se oponían a él, y se atraían por ello violenta persecución. Esto repercutió en una "selección" de los evangelios que, finalmente, conformaron la Biblia y que hoy conocemos: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan; pese a que se calcula que hubo, al menos, 50 evangelios. Los evangelios antes mencionados fueron incluidos en la biblia, pero los restantes fueron deshechados, recibiendo el nombre de "evangelios apócrifos" .

Pero muchos no conocen la forma o el Modus Operandi que se utilizó para escoger o seleccionar los 4 Evangelios canónicos. Hubo cuatro versiones SEGUN LA TRADICION para distinguir los textos verdaderos de los falsos:

  1. Después de que los obispos rezaran mucho, los cuatro textos o evangelios que conocemos hoy día volaron por sí solos hasta posarse en el altar.
  2. Se colocaron cientos de evangelios en competición sobre el altar y los apócrifos cayeron al suelo mientras que los canónicos no se movieron en absoluto.
  3. Se eligieron los cuatro evangelios canónicos y se pusieron sobre el altar y se conminó a Dios a que si había alguna sóla palabra falsa en ellos cayeran al suelo. Cosa que no sucedió con ninguno.
  4. Penetró en el recinto de Nicea el Espíritu Santo, en forma de paloma, y posándose en el hombro de cada obispo les susurró qué evangelios eran los auténticos y cuáles los apócrifos.

Resulta curioso como, pese a ser este concilio el inicio del cristianismo tal y como ahora lo conocemos, casi nadie lo conozca.